Mª Teresa Borde,
de 67 años, y Carlos Ramos, de 62, dejaron los viajes del Imserso a un
lado, para adentrarse en la experiencia erasmus. Cómo veis, ambos
superan los 60 años de edad, pero hace unos años se embarcaron en esta
aventura que les llevó hasta Italia y que, según sus palabras, “no olvidarán
nunca”.
María Teresa,
una bilbaína que cursó Bellas Artes en la
UPV, batió récords en el 2004, convirtiéndose en la estudiante
erasmus con más edad de España. Ella, se marchó 4 meses a Venecia, y desde
el primer momento, los alumnos de la residencia de estudiantes con los que
convivió, la recibieron con los brazos abiertos. “Mi grupo de amigos eran un
rumano, dos catalanes, dos italianos, un madrileño y una navarra, Marta, que
era mi compañera de cuarto”, -declara. Todos tenían entre 22 y 25 años, y con
ellos, María Teresa llevó una vida de estudiante que pasaba por salir todas las
noches al Canal, e incluso sacarse un dinerillo extra de fiesta en fiesta. “Nos
íbamos a un puente y nos poníamos a cantar y a bailar. Yo mientras bailaba, era
quien pasaba la gorra”. El vitalismo de esta mujer es impresionante. Además,
logró sacar matrícula de honor en las dos asignaturas en las que se había
matriculado. ¡Todo un ejemplo!
Por su parte, Carlos Ramos, el otro erasmus de
tercera edad, también optó por Italia, aunque en este caso Florencia fue su
ciudad de acogida. Este hombre, estudiante de Historia madrileño y antiguo
ingeniero químico, se adentró en esta aventura, con la misión de investigar la
presencia musulmana en la Italia
contemporánea. “Gracias a que era estudiante erasmus, pude entrar en
archivos y bibliotecas cerradas al público en general, e incluso accedí a un
documento original de Leonardo Da Vinci; algo increíble para mí”. De esta
forma, Carlos investigó todo lo que tenía previsto y aprovechó su tiempo libre
para recorrer la Toscana.
Dicen que en ningún lugar se come como en casa, pero de las mensas
de Siena tampoco nos podemos quejar. El término mensa
hace referencia a los comedores universitarios que se encuentran
repartidos por la ciudad. Dentro de la muralla se sitúan dos de los principales
-Bandini y Santa Agata- y fuera de los muros, bastante alejados
hay otros tres más, que no he tenido el placer de visitar, de modo que me
centraré en los dos primeros.
El primer día de registro en la universidad junto a toda la
información de bienvenida, entregan la “Tessera de la
Mensa” (carné del comedor) que se convierte en algo
indispensable, sobre todo para aquellos que ni sabemos, ni queremos cocinar
durante nuestro periodo Erasmus. Estos comedores están abiertos tanto para la
hora de comer como para la cena y su precio es de 3€ el menú completo o
2.50€ la mitad del mismo. El menú completo comprende un primer y
segundo plato, más guarnición, pan y un postre. En el caso, de no querer
guarnición siempre se pueden coger dos postres. Obviamente de primer plato
nunca falta la pasta, y entre los segundos suele abundar la carne de cerdo,
pescado, salchichas o las llamadas fritatte (una especie de tortilla de
verduras, que mejor no probar). De postre encontramos una extensa variedad de
yogures o fruta del tiempo. Además, la bebida es gratuita, así que puedes levantarte
a rellenar el vaso cuántas veces quieras. Por lo general suele haber agua
mineral fría o del tiempo, Coca-cola aguada parecida a la del Mc
Donald`s o zumos que por su color llaman la atención. En ocasiones contadas
han puesto cerveza, pero no suele ser lo normal. Como veis, el menú es bastante
completo y por lo general uno acaba satisfecho.
Entre la mensa de Bandini y la de Santa Agata
existen algunas diferencias. Los erasmus generalmente prefieren la
última, debido a que la variedad de comida es más extensa que en Bandini,
pero los italianos, que son los que más saben, recomiendan siempre la primera.
Comentan que en ésta la comida está elaborada con productos de la tierra, es
decir, de la misma Toscana; mientras que en S.Agata los alimentos
provienen de una empresa norteamericana, por lo que los denominan “comida
basura”. De todas formas, os aconsejo que probéis, porque personalmente
pienso que por ese precio merecen las dos la pena. Eso sí, ¡tener mucho
cuidado con las bandejas! Siempre que a uno se le cae, todo el comedor
tiene por costumbre aplaudir, lo que hace que a más de un@ se
le suban los colores...
Al Cambio es el nombre del pub Erasmus de Siena por excelencia. El único que todas las noches de la semana, excepto el lunes, permanece abierto hasta las tres de la madrugada. La hora de cierre puede parecer un poco ridícula, pero todo aquel que ha estado en Siena de sobra sabe que este horario es un lujo. Y es que como ya comentamos en días anteriores, el ambiente nocturno de la ciudad es más bien escaso.
La primera vez que se visita Al Cambio, la mayoría se queda con un amargo sabor de boca. Lo primero que piensas es: “Si esto es lo mejor de la ciudad, apaga y vámonos”. Pero con el tiempo, tal vez porque es el único bar que permanece abierto o tal vez por los descuentos en las consumiciones gracias al carné Erasmus, lo terminas viendo de otra forma. Aunque lo verdaderamente inolvidable de este lugar es la pista de baile ubicada al fondo del mismo. En un pequeño rincón que no supera los sesenta metros cuadrados y sin ventilación alguna, nos concentramos noche tras noche todos los erasmus de la ciudad. Y no hay que olvidar, por supuesto, algún que otro avispado italiano a la caza de su presa.
Por su parte, la música es muy variada. Además de los éxitos italianos del momento, la suelen combinar con bastantes temas en castellano, intentando complacer así a la gran mayoría de los erasmus. Cada noche tiene su propio dj, y personalmente recomiendo la del jueves, ésa que llaman la “Noche Erasmus”; especialmente por las canciones que ponen y los descuentos en las bebidas. Además si el dj está de humor, siempre puedes acabar pinchando junto a él. Y tranquil@, no importa que no tengas ni la más remota idea. Todos son conocidos y a esas horas el alcohol ya habrá hecho estragos en muchos, así que nadie lo notará…
Hace días comentamos que Internet
también se convierte en una herramienta indispensable para los futuros
estudiantes de intercambio. No sólo porque todo el papeleo se ha informatizado
y los documentos entre las universidades de procedencia y origen se entregan
vía e-mail, sino porque además constituye uno de los principales lazos de
contacto con la familia y amigos.
Por otro lado, también resulta
útil para encontrar información sobre la facultad de destino, el lugar elegido
o la futura vivienda. En este punto debo decir que hay que tener mucho cuidado
a la hora de alquilar un apartamento por la red, pues las fotos de los pisos
(al menos los de Siena) no se corresponden con la realidad en la mayoría de los
casos. Y es que como ya comentamos en anteriores posts, las casas en Siena son
realmente antiguas y resulta complicado encontrar algo decente a buen precio. Así
que la mejor opción es contactar con la oficina de Relaciones Internacionales
de la universidad. Allí, generalmente cuentan con un listado de pisos en
alquiler que han sido ocupados en años anteriores por estudiantes, de modo que de
esta forma nos garantizamos por lo menos, que son “habitables”.
No está de más tampoco que nos
informemos sobre las experiencias erasmus de otros estudiantes y existe para
ello una variada gama de páginas web que nos puede servir de gran ayuda. El
grupo erasmus en Siena, por ejemplo también dispone de una en el que ofrecen
todo tipo de información de interés sobre la ciudad (alquiler de viviendas, qué
visitar, dónde comer, planos de localización de las facultades…) En la misma
oficina de Relaciones Internacionales puedes encontrar a los miembros del
grupo, quienes te prestarán ayuda de primera mano.
Por último, dejo aquí algunos
links de páginas que os pueden resultar de ayuda para vuestra nueva etapa como
estudiantes de intercambio:
Esta semana se han celebrado los 150 años de la unificación
italiana. Para la ocasión, las ciudades más importantes del país han engalanado
sus calles, plazas y monumentos con los colores de la bandera y como no podía
ser de otra forma, la medieval Siena ha hecho lo mismo.
Las festividades -exposiciones, proyecciones, conciertos...- se
han ido sucediendo durante toda la semana, pero con especial ahínco el jueves,
declarado día feriado en Roma y en otras ciudades, como Venecia,
Florencia o Turín, que fue la primera y efímera
capital de Italia. A ellas, como hemos dicho, se ha sumando
Siena, que aunque no posee la importancia de Florencia, capital de Toscana,
también ha contando con numerosos actos a causa de esta celebración.
En la famosa Piazza del Campo, donde se celebra Il
Palio, así como en el Duomo y otros monumentos se han celebrado
una serie de actos conmemorativos por la unidad italiana, que han congregado a
cientos de personas. Entre ellos, destaca la repartición gratuita de “frittelli”
(dulce similar a los profiteroles) en algunas de las calles principales
de la ciudad. Y por supuesto, al ser gratis la gran mayoría de estudiantes erasmus
aguardaban cola para probar alguno de ellos. Además, el jueves no hubo clase en
las diversas facultades, por lo que para la noche del miércoles, el GES(Grupo Erasmus de Siena) organizó fiestas en los bares y pubs más
conocidos por los estudiantes de intercambio como Al Cambio, Porrione,
Barone Rosso o Caffé Il Corso. En definitiva, la excusa perfecta para poder
disfrutar una noche más de fiesta por la ciudad.
Las
compañías aéreas de bajo coste se convierten indispensables para los
estudiantes de intercambio. Y es que son muchos los viajes durante el Erasmus,
así como las horas de espera en los aeropuertos, por ello ¡qué mejor que
volar barato!
Toscana cuenta con dos aeropuertos principales como son el de Florencia
y Pisa, siendo este último el que más conexiones tiene con España. Siena
únicamente posee un pequeño aeródromo, del que solo parten vuelos nacionales.
Por desgracia en Bilbao no tenemos Ryanair, así que a los de por
aquí no nos queda más remedio que desplazarnos hasta Santander, desde
donde salen vuelos directos a Pisa en época estival y durante todo el año a Roma
o Milán. Es cierto que la compañía Easyyet en Bilbao tiene
conexión directa con uno de los aeropuertos de Milán, el problema es que se
sitúa a unas cinco horas aproximadamente de Siena, por lo que no nos compensa
en absoluto.
La primera vez que volé en el Erasmus lo hice a Pisa, que en mi
opinión es la mejor opción. Al llegar, para desplazarse hasta Siena, solamente
hay que coger un tren con un único transbordo en Émpoli. La estación se
encuentra justo al lado del aeropuerto, así que es bastante cómodo. El problema
llegó en Navidades cuando tuvimos que bajar hasta Roma, ya que la ruta
Pisa-Santander había desaparecido y para regresar a Siena lo mismo.
A la
capital de Italia, desde Siena se puede acceder tanto en tren como en autobús.
Personalmente recomiendo este último, puesto que en el tren hay que hacer
algunos transbordos y si nunca hemos realizado esta ruta, los despistados como
es mi caso, caemos en la posibilidad de perdernos. En autobús hasta la estación
de Tiburtina (segunda más importante de Roma, pero ubicada no en muy
buena zona) el viaje es de una duración de tres horas aproximadamente. Una vez
allí, la opción más barata y rápida es coger el metro hasta la estación central
de Termini. En ésta, cada media hora salen autobuses (precio 4€) hacia
el aeropuerto de Ciampino (desde donde vuela Ryanair) que se
encuentra a unos cuarenta minutos. Eso sí, nunca olvidéis ir con tiempo de
verdad, porque Roma es inmensa y las colas de tráfico en ocasiones parecen
interminables, así que más vale no llevarse un susto.
Los estudiantes que llegan desde el centro o sur de España, generalmente
para ir a Siena también optan por volar a Pisa o, en su defecto, siempre queda Bologna.
Desde Siena salen autobuses que llegan al mismo aeropuerto de la ciudad en un
trayecto de unas dos horas y media. Además, cuenta con la ventaja de que si
compras el billete un mes antes de tu partida, lo puedes obtener por 10€, ya
que su precio real es de 17€. Éste es también un buen dato a tener en cuenta
por todo aquel que quiera ir a Milán desde Siena en autobús. Pues el billete
ronda los cincuenta euros y comprado con un mes de antelación se puede adquirir
tan sólo por diez, así que ¡no lo olvidéis!
Por cierto, todos aquellos que piensen dormir en los aeropuertos
italianos que se informen con antelación, por favor. El de Pisa por ejemplo
cierra de 12 a 4
de la madrugada. No os vaya a tocar dormir en el jardín con toda la ropa de la
maleta, cual manta echada por encima… ¡como a una que yo me sé….! ;)
Desde siempre los helados italianos cuentan con una aclamada fama mundial, algo que he podido corroborar en estos seis meses y doy fe de ello. Los hay de mil sabores distintos, siempre cremosos, simples o combinados, en diversas variedades de cucurucho o en tarrina, acompañados con virutas de chocolate, lacasitos, sirope o nutella… ¡Son una auténtica delicia para el paladar!
Siena está repleta de heladerías, siendo CopaCabana la más reclamada entre todas ellas. En la Piazza del Campo, el punto neurálgico de la ciudad, se sitúan algunas de las más reconocidas. La gran mayoría de turistas desconoce cuál de ellas es la mejor, por lo que siempre recurren a las de la plaza. Pero escondida entre pequeñas callejuelas se encuentra CopaCabana con la variedad más extensa de helados de toda la ciudad y sin duda, los más ricos. ¡Recomiendo que probéis el de amarena! Su traducción literal es guinda en castellano y os aseguro que no me gustan nada las guindas, pero la amarena es una especie de combinación perfecta entre frutos del bosque, mora y yogur, que se vuelve irresistible. Debemos decir que durante el invierno muchas de ellas cierran y vuelven a reabrir en este tiempo con motivo de la llegada de la primavera.
Por otro lado en Toscana se encuentra también la mejor heladería del mundo, ya que es la única que se ha alzado dos veces con el galardón del mejor helado. Ésta se sitúa en un pueblecito típico toscano, muy visitado por los turistas en la región. Se trata de San Gimignano en cuya plaza central encontramos esta pequeña tienda con largas colas para poder adquirir un helado, debido a la fama obtenida en los últimos años. Aunque hay que reconocer que la espera merece la pena.
Todavía recuerdo los primeros días tumbados bajo el sol en la Piazza, después de comer, probando cada día un helado distinto o incluso dos. Cada vez que visitábamos un lugar nuevo teníamos como obligación probar uno de ese sitio, pero como nos sentimos sieneses ¡nos quedamos con los de CopaCabana, sin duda alguna! ;)
Hace menos de una semana que
llegué a Bilbao y dejé atrás mi querida Siena, eso sí, con promesas de volver
en cuanto termine los exámenes finales. En un próximo post os contaré cómo
fueron los últimos días, pero hoy nos centraremos en el nivel de vida de Siena
y la Toscana en general para que todos aquellos que tengan en mente elegir esta
zona para realizar su Erasmus posean una
visión general de la misma.
Comienza la época de elegir
destino y echar las correspondientes solicitudes en las universidades.
Generalmente en esta elección además de las preferencias de cada uno, se suele
tener en cuenta el nivel de vida del destino elegido. En este punto debo decir
que la vida en Italia es algo más cara que en España. Y como ya sabéis la
cuantía mensual de la beca, al menos en Euskadi no es muy grande, por lo que
hay que ingeniárselas muchas veces para moderar los gastos y poder llegar así a
fin de mes.
La Toscana en general cuenta con
un nivel de vida alto, destacando la capital Florencia en donde el alquiler de
viviendas llega a alcanzar cifras elevadísimas. Siena se sitúa en un punto intermedio,
aunque si lo comparamos con España observaremos algunas diferencias, sobre todo
en los productos de alimentación.
En cuanto al alojamiento, tenemos
dos opciones: residencia universitaria o piso. En cualquier caso, lo más
recomendable es que una u otro estén dentro de la muralla, ya que de lo
contrario dependemos constantemente de los autobuses y se pierde la auténtica
vida de la ciudad. Como ya hemos comentado en posts anteriores hay que recalcar que
la ciudad no está hecha para las bicicletas por la gran cantidad de cuestas...
Las residencias universitarias están, por lo general, bastante bien, con buena
situación y a buen precio (230€ mensuales + 100€ de fianza el primer mes) pero
eso sí, las habitaciones son todas compartidas, no es fácil que te den una
plaza y el horario de visitas impide que algún amigo/a se pueda quedar a dormir.
Sólo se permiten dos visitantes por habitación individual y cuatro por la doble
de 9 de la mañana hasta la 1 de la
madrugada. La ventaja es que los residentes no tienen hora de llegada establecida.
Los pisos en Siena son caros y no brillan por su calidad. Aquí sí se pueden encontrar
habitaciones individuales, pero a partir de 350€ mensuales (gastos excluidos).
Compañeros han llegado a pagar 500 euros por un zulo de habitación con una
mini-ventana y una simple cama como único mobiliario. Desde mi experiencia, personalmente
recomendaría vivir en una residencia al principio, aprender italiano (ya que no
son residencias erasmus), y buscar más adelante un piso, aunque esto suele
resultar tarea ardua. En cuanto al gasto mensual, depende de cada uno, pero no
resulta muy complicado a veces llegar a los 1000 euros, sobre todo en aquellos
meses repletos de viajes. Por lo general ronda los 700-800 euros mensuales. De
modo que ¡ojo con los gastos innecesarios!
A continuación os dejo una tabla
con algunos de los precios de productos de primera necesidad, para que os hagáis
más o menos una idea del costo de la vida en Siena. ¡Espero que os sirva de
ayuda!
No siempre son buenas noticias las que envuelven el mundo Erasmus. Por desgracia, esta semana hemos tenido que lamentar la muerte del estudiante de intercambio estadounidense Austin Taylor Bice, cuyo cadáver ha sido hallado en el río Manzanares, a pocos metros de la discoteca donde se le vio por última vez.
El joven de 22 años, natural de San Diego (California), había llegado a España el pasado mes de enero con la ilusión de cursar un periodo de sus estudios universitarios en la Universidad Carlos III de Madrid. Pero su sueño como estudiante erasmus se vio truncado el pasado 25 de febrero cuando cayó al río accidentalmente, según ha revelado la autopsia.
Al parecer, conforme a las declaraciones de una amiga del estudiante de Economía, la noche del 25 de febrero Austin decidió regresar a casa, tras haberle sido denegado el acceso a la discoteca “La Riviera”, ya que el portero apreció que estaba un poco bebido.
Desde entonces no se había vuelto a saber nada de él hasta el pasado martes, cuando la Policía Nacional encontró el cuerpo sin vida del joven en el Manzanares, después de drenar el caudal del río.
Por su parte, trabajadores de la oficina de Relaciones Internaciones de la Universidad Carlos III han expresado su consternación y pésame por lo ocurrido, ofreciendo su apoyo a la familia, cuya intención es repatriar el cadáver a Estados Unidos para darle sepultura allí.
Verdaderamente no sé si esto es sólo cosa de Siena u ocurre en toda Italia, pero la parsimonia de los trabajadores en las administraciones y oficinas es impresionante. Aquí he aprendido que lo de “me estai etresando”, no es únicamente cosa del Caribe, pues los italianos bien han sabido aplicarse el cuento.
Os explico. Cada estudiante Erasmus cuenta con un documento, el llamado “Learning agreement”, donde se reflejan las asignaturas de su país, más las que cursará en la universidad de destino. De esta forma, una vez finalizada la estancia se pueden convalidar unas por otras. Obviamente este acuerdo académico es lo que nos garantiza (previo acuerdo de ambas universidades) que las asignaturas elegidas por cada uno han sido aceptadas y por lo tanto válidas para la convalidación. Bien, hasta este punto todo en orden.
El problema llegó cuando mi compañera de Erasmus y yo, solicitamos que por favor este papel debía estar firmado por la oficina de Relaciones Internacionales y enviado a nuestra universidad en un plazo máximo de quince días a partir de nuestra llegada (15 de septiembre). Finalmente, en nuestra vuelta a casa por Navidad fuimos nosotras personalmente quienes le entregamos el papel a nuestro coordinador en la UPV, allá por el 14 de diciembre. ¡Casi tres meses más tarde!
Aunque hay que reconocer que esta actitud en ocasiones trae sus ventajas. Y es que a la hora del cambio de asignaturas (porque muchas de las preseleccionadas no se pueden cursar) contamos con algo más de suerte. En mi vida pensé que alguien se pudiese matricular en una asignatura ya finalizada y presentarse directamente al examen. Pero así fue. Sin haber acudido ni un mísero día a clase, sin conocer al profesor, ni tan siquiera haberle enviado un triste e-mail y con unos apuntes pasados de mano en mano por todos… nos presentamos al examen (obviamente con mucho miedo).
Aquel día, media Península Ibérica y parte del resto de Europa aguardaba a las puertas del despacho del profesor Gozzini, quien cuenta con una aclamada fama entre los Erasmus en Siena. Y haciendo gala de ésta, el profesor se portó (l@s estudiantes estudiaron...) y el resultado increíblemente fue inmejorable. ¡Es el chollo de ser Erasmus en la facultad de Scienze della Comunicazione! :)
De modo que chic@s, aunque contemos con cierto tipo de ventajas como ésta que hemos apuntado, las largas colas en las oficinas con horario de apertura reducido (en Siena martes y jueves) y todos los documentos a rellenar a veces resultan desesperantes. Y además, si en la universidad de procedencia vuestros coordinadores os exigen llevar todo el papeleo al día, armaros de paciencia porque la velocidad de los trámites, al menos en Toscana… ¡brilla por su ausencia!
Desde los
comienzos del programa Erasmus, Italia siempre se ha colocado
entre los primeros puestos en las listas de destino de los estudiantes
españoles. Es más, según el Organismo
Autónomo de Programas Educativos Europeos (OAPEE),
lleva dos años consecutivos a la cabeza de este listado, consagrándose como el
país preferido con alrededor de 5.800 estudiantes este año. En total, más de
30.000 españoles ya han cursado algún periodo de sus estudios universitarios en
dicho país. A continuación se sitúan Francia, Reino Unido y Alemania,
aunque con cifras inferiores.
Pero ¿por qué Italia? Su éxito radica en tener una lengua y cultura relativamente parecidas a la
española. Esas son las razones que llevan a miles de
estudiantes a desplazarse a una nueva universidad fuera de su país, durante un periodo
académico de seis o nueve meses.
El gran número de Erasmus,
que aumenta considerablemente cada año se debe, además de a los incentivos
financieros (eso sí, con señaladas diferencias entre comunidades autónomas), a
la necesidad cada vez mayor de adquirir una segunda lengua y por supuesto, a las ganas de los
jóvenes de conocer gente y tener nuevas experiencias. Es
sabido por todos que el inglés sigue constituyéndose como una
de las materias pendientes de los estudiantes españoles, quienes ven en el italiano
una buena oportunidad para aprender un segundo idioma similar al suyo, por lo
que a primera vista se presenta con mayor facilidad.
Si bien, para algunos el año erasmus
es considerado casi un año sabático en que se cambia de país para
aprovechar el tiempo, la fiesta y los viajes. Aunque por experiencia propia debo
añadir que no todo es eso. Cierto es que abunda, pero también tenemos que estudiar;
unos más y otros menos dependiendo de la carrera, al igual que ocurre en España
y en cualquier país.
Y como la vida Erasmus no es sólo conocer otro país, otra cultura,
otras fiestas… es vivir también con las dificultades que suele tener la gente
en un lugar cuya lengua no es la suya; sumado además a ciertas
responsabilidades que conlleva una vida de adulto. Por todo ello, Pablo
Salvador Alonso, coordinador principal del departamento de Relaciones
Internacionales de la Universidad Rey Juan
Carlos de Madrid advierte que “los
futuros Erasmus no deben elegir su destino pensando en lo que será más fácil y
divertido, sino también donde más vayan a aprender”.
Así que ya sabéis chicos, tomad nota de los consejos de los
expertos pero sin olvidar vuestros propios gustos y preferencias, porque al
final sois vosotros quienes viviréis el Erasmus
y nadie más.
Queda una semana escasa para
que me vaya de Siena,
mi ciudad de acogida durante estos seis meses. Todavía recuerdo el día que eché
la solicitud con la lista de destinos. Siempre tuve claro que quería venir a
Italia (ya que no piden requisito de idioma), pero no sabía exactamente el sitio
por el cual decantarme. En este punto, Internet se convierte en un gran aliado
para investigar sobre los lugares y universidades que se encuentran en la lista
de destinos. Mi preferencia era el sur de Italia, sobre todo por el tema del
clima; aunque de Siena tenía muy buenas referencias, de modo que me decidí por esta
última.
La verdad es que no había
oído hablar mucho de ella, excepto por el tema del famoso Il Palio, que abordaremos otro día.
Se trata de una ciudad pequeña, situada en el centro de la Toscana, a una hora y media de la capital de la región, Firenze (Florencia). Aparentemente
tranquila, Siena no es lo que parece a primera vista. Entre sus aproximadamente
56.000 habitantes, 10.000 son estudiantes; todos en su mayoría del sur del
país. Y es que la Universitá degli
studi di Siena, cuenta con una aclamada fama, siendo la segunda más
antigua y situándose entre una de las más importantes de Italia.
Cada año unos 450
estudiantes eligen esta ciudad para realizar su Erasmus, de éstos más de 250
son españoles. En ocasiones es más frecuente escuchar castellano por la calle,
que el propio italiano. Se trata de una cifra bastante elevada para una ciudad de
estas características. Y como podéis imaginar, con tanto Erasmus por aquí
suelto (aunque la ciudad sea tranquila), el ambiente nocturno en los únicos dos
o tres bares que permanecen abiertos de madrugada es increíble. ¡Los Erasmus somos
el alma de la fiesta!
Por su parte los sieneses, al contrario del resto de
italianos, tienen fama de cerrados; algo que he de corroborar (sólo he conocido
dos personas nacidas en Siena desde que estoy aquí). Esto se debe a que no les
suele gustar mucho que los estudiantes Erasmus vengan a revolucionar su
tranquila vida, sobre todo de noche cuando algún grito o cántico rompe el sepulcral
silencio que se respira en las calles. Aún así, pienso que ya es hora de que se
vayan acostumbrando. ¡No les queda otra, o se unen a la fiesta o no pegan ojo!
Antes de llegar aquí había
escuchado decir que ésta era una de las ciudades más bellas de la Toscana. He
de confesar que mi primera impresión no fue esa. Llegué de noche, reventada del
viaje y cansada de cargar con las maletas. Además, las calles de Siena no son
especialmente adecuadas para caminar con el equipaje a cuestas (ni con tacones
chicas); todas ellas son de piedra y las cuestas abundan dentro de la muralla.
Las casas, de altura media, en su mayoría son muy antiguas (sólo he visto un
ascensor en un edificio y no llegaba al último piso), con fachadas de color
teja y ventanas pequeñas. Recuerda a una ciudad típica medieval, y de hecho
esto es lo que constituye uno de sus valores y el principal atractivo
turístico, junto con la festividad de Il
Palio. Pero en mi primer día, las “incomodidades” de Siena y el verme sola
en un lugar desconocido, me cegaron y no me dejaron descubrir la verdadera
esencia de la ciudad.
Hoy, a falta de seis días para
abandonarla, sé que la echaré de menos. Echaré de menos sus agotadoras cuestas,
sus callejuelas, sus bares, el color rojizo que adquiere toda la ciudad cuando
cae el sol, las tardes tumbados en el suelo de la Piazza del Campo, su olor,
sus noches de fiesta y locura en ocasiones desmesurada, esos estupendos capuccinos de sobremesa,
la majestuosidad del Duomo... En definitiva su encanto
especial, el que sólo Siena ofrece.