Alemania se ha convertido en los
últimos años en el tercer destino preferido por los erasmus españoles. De
hecho, es relativamente fácil (aunque todavía no llega al nivel de Italia) ir
paseando tranquilamente por la calle y escuchar de fondo alguna que otra
conversación en castellano. Seguramente influirá la costumbre que tenemos de
hablar tan alto e incluso gritando, por lo que es más fácil identificarnos.
Hace días mis compañeros de Siena
realizaron un viaje a Berlín y me contaron una anécdota curiosa sobre una de
las prácticas de los estudiantes españoles residentes allí, que por lo que
parece se está convirtiendo en toda una tradición. Por todos es sabido que los
españoles acarreamos la fama de ser poco trabajadores, muy dados a la fiesta,
vagos (algunos más que otros)... y un poquillo “aprovechaos”.
Pues bien, tomando en consideración este
tipo de interpretaciones sobre nuestra conducta, en Berlín ya hay lugares en
los que, sin llegar a colgar un cartelito, se sabe que no somos bienvenidos.
Éste es el caso de las llamadas vinerías, los tradicionales locales alemanes
donde se puede cenar y beber vino a voluntad, con la condición de pagar a la
salida la cantidad de dinero que se considere adecuada a los alimentos y
líquidos previamente ingeridos. Nada más conocer este hábito típico del país
germano a los erasmus españoles les asoma una pícara sonrisa en sus rostros,
porque saben que es la ocasión perfecta para una buena fiesta low cost.
Pero la pregunta es: ¿cómo sobreviven
esos sitios? Pues bien, según la experiencia de un erasmus cordobés que
conocieron mis amigos durante dicho viaje, la filosofía de muchos de estos
locales se basa en prohibir la entrada a todo aquel que hable una lengua
descendiente del latín. Como ya hemos dicho no hay carteles en los que se
reserven el derecho de admisión, pero aún así, la única salida que se controla
concienzudamente es la del enorme grupo hispano que suele intentar escapar
después de horas de borrachera, aportando uno o dos euros a la noble causa. En
definitiva, simples formas de ahorro, todavía no reconocidas en la conducta
alemana. ;)
Siento decirte que eso no es una "forma de ahorro" como escribes en las últimas líneas de tu entrada. Eso es un robo en toda regla, pues no pagas lo que consumes, que los alemanes sean gente confiada por naturaleza no quiere decir que hacer eso no sea robar.
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